¿Dónde están los genios?

Si nos preguntaran nombres de genios en el Arte, ¿qué contestaríamos?… Os invito a que nos tomemos un minuto y anotemos en un papel los nombres que nos vengan a la cabeza…

Sin pararnos a pensar demasiado seguro que muchos coincidimos en nombres como Miguel Angel, Rafael, Caravaggio, Dalí o Picasso, sin necesidad de tener conocimientos profundos sobre Historia del Arte. ¿Qué podemos sacar en conclusión?:

1º Todos son hombres: Aunque afortunadamente cada día hay más estudios sobre mujeres artistas a lo largo de la Historia, es un hecho más que demostrado que la figura masculina ha copado el protagonismo en todos los ámbitos, y el Arte no podía ser menos. El «genio» debía ser hombre, de hecho ni siquiera existe la palabra «genia», como referencia a una mujer sobresaliente en algún campo del saber humano.

2º Todos son blancos: Y al igual que las mujeres, ¿no hubo artistas «geniales» de otras razas? Seguro que sí, de hecho más de uno tendréis en la cabeza a Basquiat, pero ¿a que su nombre no apareció en esa pequeña lista que hicimos al principio? ¿es casualidad que Basquiat sea un artista contemporáneo?

3º Todos son fáciles de encontrar en cualquier libro de Arte: Durante años hemos leído hasta la saciedad las vidas y obras de los «genios» del Arte (Miguel Angel, Rafael, Carvaggio, Dalí, Picasso…) en cualquier libro, sin importar la editorial, herencia academicista de una educación que ninguneaba, como decía antes, a las mujeres y a los no-blancos, libros escritos (como no) por hombres… Como ya dijo Orwell, «la historia la escriben los vencedores»…

Entonces… ¿nos resignamos a pensar que «genios» son los que nos han dicho que lo son, es decir, los que están en los libros académicos? ¿Quién decide qué es ser un genio?

vasariLa idea que hoy día tenemos de lo que es un «genio» se remonta al Renacimiento italiano nada menos, cuando los «artistas» se comienzan a separar de los «artesanos» por considerar que el oficio de pintor, escultor y arquitecto, era algo más que un mero trabajo manual. La campaña de propaganda, a favor del trabajo intelectual de los artistas, fue tan brutal como las campañas de coca-cola en Navidad, de manera que comienzan a proliferar los escritos que narraban las maravillosas vidas de los artistas, todos dotados desde pequeñitos de ese algo especial que sólo tenía un auténtico «genio», ese algo especial que hacía que un maestro los tomara como aprendices y al que, por supuesto, pronto superarían, ese algo especial que los hacía descendientes de míticos artistas griegos y romanos como Zeuxis o Apeles. Estas Vidas se fueron nutriendo de leyenda a lo largo de los siglos, de manera que al llegar a nosotros hoy día somos incapaces de discernir lo que es verdad de lo que es mera leyenda… bueno, incapaces no… para eso estamos los historiadores pero… ¿ha habido interés en llegar a ese discernimiento? Yo diría que no, aunque desde hace unos años esa tendencia conformista ha comenzado a cambiar; de ahí que ahora surjan nombres de mujeres artistas y que se cuestione la calidad de algunas piezas calificadas como «obras de Arte».

Un hecho curioso, en pleno siglo XX, fue la aparición en la industria cinemel tormento y el extasisatográfica de muchas películas que nos contaban esas maravillosas Vidas: La luna y seis peniques (1943), El
loco del pelo rojo (1956), Montparnasse 19 (1958),  El tormento y el éxtasis (1965), El Greco (1966)…
En todas ellas se legitimiza al artista como genio, a través de una imagen como ser único, rebelde, excéntrico, loco, diferente completamente al resto de mortales, una imagen del genio creador que casualmente coincide con el auge del expresionismo abstracto americano… ¿casualmente? ¿no pretendería Hollywood legitimar el trabajo de artistas como Gorky, Pollock, Willem de Kooning, Motherwell…? La abstracción era difícil de digerir y más teniendo en cuenta la tradición europea de la que todos bebieron, por lo que no venía mal sembrar en el inconsciente (y consciente) colectivo esa imagen de «genio» como alguien único, diferente a todo, trasgresor, rebelde… y nada mejor que el cine hollywoodiense para extender esa idea…

Pero volvamos a esa breve lista que hicimos al principio de nuestra reflexión… ¿Cuántos «genios» hay del siglo XX-XXI? ¿En más de un siglo sólo se merecen la calificación de «genios» Dalí y Picasso? ¿Tan pobres de genios estamos hoy día? Seguro que más de uno estará pensando que la mayoría del Arte que se hace hoy son tomaduras de pelo y que el verdadero Arte es el de los grandes maestros, los genios que mencionamos hasta la saciedad, pero Miguel Angel, Caravaggio, Picasso, son ejemplos de genios mundialmente reconocidos que no estuvieron exentos de duras críticas en su momento. Quizás es que los artistas de hoy ya no necesitan hacer campaña para que se les considere «genios», porque ellos mismos ven normalizado su trabajo en un mundo donde, como todo, el arte se ha globalizado.

El artista contemporáneo ya no busca concebir una obra única, que lo haga a él único, sino que entiende que su creación se completa con el espectador, confiriéndole un significado múltiple, que a su vez enriquece a la propia obra propuesta. El artista es pues un «proponedor» y si necesita del público para completar su propuesta, ¿no es en parte el público creador también de esa obra? Con esta reflexión nos zambullimos en la posmodernidad, en la que tanto el sujeto como el objeto entran en crisis y se augura «la muerte del autor» (Barthes, 1967). ¿Desaparece entonces la idea de «genio» a la que llevamos haciendo referencia desde el principio? Por supuesto que no, aunque si debemos enfrentarnos al término desde una perspectiva más amplia que la que nos han dado los libros academicistas sobre Historia del Arte. Nos enfrentamos a obras en las que la autoría queda disuelta, o se comparte, y se cuestiona el modo de hacer, de ver, de experimentar, de significar… de manera que ya no es tan importante el quién, sino el qué.

Podemos mencionar dos ejemplos: Xavier Le Roy y su performance consistente en enseñar a alguien una pieza de baile que, posteriormente, se compromete a enseñar a alguien, y este alguien a alguien más, y así sucesivamente, de manera que al llegar el día en que todos bailan juntos se puede comprobar de qué manera se ha transmitido ese mensaje, corporal en este caso, y como se ha transformado en otra cosa, dependiendo de cada steal-this-book-dora-garcia-840x559persona; también podemos mencionar a Dora García y su «Steal this book», una «deleguete
performance» en la que los visitantes a la exposición se encontraban una gran plataforma llena de libros con dicho título (homenaje a Abby Hoffman), de manera que se encontraban en la tesitura de decidir qué hacer, si llevarse el libro o dejarlo en su lugar, reflexionando de esta manera sobre la relación entre espectador y museo/galería.

En cualquier caso, es mejor que recaiga en el tiempo la responsabilidad de calificar de «genio» a los artistas de hoy día… nosotros, simplemente, disfrutemos de sus propuestas, eso si… con la mente abierta…

Gracias Yayo Aznar por abrir mi mente

 

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